Por: Jaime Araujo Rentería
Ex magistrado de la Corte Constitucional de Colombia y del Consejo Nacional Electoral.
“De lo único que debemos tener miedo es del propio miedo”: Franklin D. Roosevelt.
¿Qué es esa cosa llamada Ciencia? Alan F. Chalmers
“la ciencia es especial porque se basa en los hechos, se supone que los hechos son afirmaciones acerca del mundo que pueden ser verificadas directamente por un uso cuidadoso y desprejuiciado de los sentidos.”
El análisis del resultado electoral del 29 de octubre debe fundamentarse necesariamente en los guarismos electorales, para saber quiénes ganaron y quiénes perdieron y qué sigue ahora.
Perdió La Democracia
Que no es capaz de derrotar la abstención. Por ejemplo, en Bogotá, el total de votantes fue de 51, 97%, pero si descontamos los votos en blanco que fue del 4,87% (que es un voto de protesta); los nulos que fueron del 1,55% y los no marcados que fueron del 0,68%, la abstención y la protesta fueron mayores al 54%. En Cali los votantes totales fueron el 45,36% y si le agregamos el voto en blanco del 10,03%; no marcados 3,04% y nulos el 2,17%. En Medellín, el total de votantes fue del 53,75%, en blanco fue del 7%, no marcados 1,36% y nulos 1,89%. En todos los casos, la abstención más el voto de protesta es superior al 50%. En realidad no existe verdadera polarización de visiones, sino apatía e indiferencia de la sociedad civil frente a los actores políticos.
Soberanía
Los resultados electorales tienen causas objetivas y subjetivas, pero si los demócratas queremos aprender de ellas debemos hacer análisis objetivos y no subjetivos: No podemos auto engañarnos diciendo que ganamos, cuando perdimos o que avanzamos cuando en realidad retrocedimos. Solo enfrentando y conociendo la realidad podemos transformarla. Existe una relación dialéctica entre estructuras e instituciones, ya que para transformar las estructuras necesitamos crear nuevas instituciones que modifiquen esas estructuras caducas. Si, por ejemplo, existe una estructura agraria feudal, porque la tierra está concentrada en pocas manos y es necesaria una reforma agraria para darle tierra a los campesinos que no la tienen; es imprescindible, crear una institución que redistribuya la tierra para que la estructura deje de ser feudal y se convierta en una estructura verdaderamente capitalista. Es necesaria entonces una Constituyente para acabar con muchas estructuras feudales o privadoras de Derechos Humanos que existen en Colombia y esta es la tarea de la Asamblea Nacional Constituyente.
Constituyente
El lugar natural para crear esas instituciones es una Asamblea Nacional Constituyente, democrática, soberana, con inclusión de las organizaciones sociales y la sociedad civil que diseñe las nuevas instituciones para que se hagan posibles los cambios estructurales, unos que les den derechos y justicia social a todos los colombianos. Los miembros de la sociedad civil, tenemos derecho a la constituyente porque somos soberanos, es decir titulares de la soberanía; cada uno de los miembros somos titulares de una fracción de la soberanía, pues nuestra Constitución consagra la soberanía popular. Como titulares de ella, somos también titulares del poder constituyente, que no es más que el principal atributo del soberano. En consecuencia, la sociedad civil es la titular de la soberanía y del poder constituyente. No lo son los poderes constituidos como el Congreso, el presidente o las Cortes, que como todo poder constituido están sometidos a la Constitución. Esta misma actúa como un límite a los poderes constituidos, no para el pueblo soberano y titular del poder constituyente. Pero además por otra razón, como dijera el abate Emmanuel Sieyes: El pueblo en momentos de crisis, debe ser siempre consultado, como árbitro supremo que es, y, si no pudiesen serlo todos los ciudadanos, debe serlo, a través de una representación extraordinaria. Esta representación extraordinaria, obra en virtud de mandato extraordinario y puede tener el poder constituyente.
No existe duda que las elecciones locales producirán efectos nacionales y que las reformas se verán bloqueadas en el Congreso, que el gobierno insistirá en ellas y la oposición insistirá en no aprobarlas, como el gobierno las quiere y que se intensificaran las marchas en las calles, muchas organizadas por la sociedad civil, por fuera de los partidos políticos y otras promovidas por estos, en el afán de aparentar un poder que en verdad no tienen, ni en elecciones (ya que acabamos de ver que la mayoría no participa en ellas) ni después de ellas. Y en la situación política actual, donde tanto el gobierno, como la oposición se declaran los dueños del pueblo, sus verdaderos representantes y cada uno invita al pueblo a marchar para expresarle su respaldo a sus “dueños”, lo convocan a expresarle que ellos son sus “verdaderos representantes”; pero ninguno de los dos sectores quiere convocar a que directamente, sin intermediarios, sea el pueblo quien se exprese sobre su propia vida y los problemas del país; a que tome su destino en sus propias manos y que se pronuncie sobre lo que realmente le preocupa y le sirve; por ejemplo, sobre la necesidad de acabar con el centralismo que agobia a todas las regiones, en el norte Caribe y en el sur, para construir el Estado federal.
La sociedad civil tiene directamente que resolver en una constituyente, cómo quiere la paz, incluida la total, o la que es más importante: la paz con justicia social; la preservación del medio ambiente; la lucha contra la corrupción y el desempleo. Las reformas como la agraria y del sistema financiero; la reforma del Congreso, de la justicia, de la educación, del trabajo y la salud. La redistribución de la riqueza y la lucha contra todas las formas de discriminación incluidas la sexual y la racial; la libertad e igualdad de los colombianos; el derecho a la vivienda. Los derechos de las víctimas de la violencia, la reforma electoral, comenzando por abolir las donaciones de particulares a las campañas políticas, de acabar con los dineros de las mafias o de la corrupción (Odebrecht) en la política. En esa nueva constituyente debe existir una circunscripción especial para jóvenes entre 16 y 26 años para que hagan oír su voz y participen en las decisiones sobre su futuro y es necesario darles un porcentaje del 10% de los órganos de representación popular a esos jóvenes, en el congreso, las asambleas y concejos.
No podemos dejar que estas ideas, en síntesis: Paz con justicia social y democracia política y económica, desaparezcan del debate social y político. Debemos aprobar en la constituyente para la protección de los más débiles la renta básica universal; garantizar la educación universal en todos los niveles. La pandemia mostró de manera descarnada, las falencias de nuestro sistema de salud, que como derecho fundamental debe ser para todos. Es necesario debatir y establecer un plan a corto, a mediano y a largo plazo para sustituir las fuentes de energía contaminante por energía limpia. Todos estos temas debe resolverlos directamente el pueblo colombiano en la constituyente.
Cualquiera que sea la convocatoria a la constituyente, esta debe ser paritaria, esto es igual número de hombres y mujeres, tener representación de ciertos sectores por derecho propio (Indígenas, afros, etc.) y además, todos deben ser candidatos independientes, de la sociedad civil, con el fin de que no la capturen los partidos políticos o los grupos de interés económicos.
No sobra recordar que la constitución de 1991, ya ha sido reformada a espaldas del pueblo 56 veces, casi 2 actos legislativos por año de espaldas al pueblo, es hora ya que se reforme de cara al pueblo y por el propio pueblo soberano.
Ningún poder constituido puede usurparle al pueblo la soberanía ni el poder constituyente, porque como dijera Rousseau “de suerte que, en el instante en que el gobierno usurpa la soberanía, el pacto social queda roto, y los ciudadanos recobrando de derecho su libertad natural, están obligados por la fuerza, pero no por deber, a obedecer”. No puede la oligarquía colombiana, obligar al pueblo colombiano a pensar en los mismos remedios en que pensaron los hijos espirituales de Rousseau, los jacobinos, y que plasmaron en varios artículos de la constitución jacobina de 1793: “Artículo 27. Que todo individuo que usurpe la soberanía sea al instante ejecutado por los hombres libres.” “Artículo 31. Los delitos de los mandatarios del pueblo y de sus agentes nunca deben quedar impunes. Nadie tiene derecho considerarse más inviolable que los demás ciudadanos.” “Artículo 33. La resistencia a la opresión es la consecuencia de los demás derechos del hombre. Artículo 34. Hay opresión contra el cuerpo social cuando uno sólo de sus miembros es oprimido. Hay opresión contra cada miembro cuando el cuerpo social es oprimido. Artículo 35. Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es, para el pueblo y para cada una de sus porciones, el más sagrado de los derechos y el más indispensable de los deberes.” (Subraya nuestra). Ojalá, que los órganos constituidos, que aplican la violencia de la exclusión al pueblo constituyente y soberano, no lo obliguen a ejercer sus derechos a la resistencia a la opresión, o a la insurrección, como dijera la constitución jacobina, o no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión, como dice el preámbulo de la carta de las Naciones Unidas de 1948. “Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana” … y que es “esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”.
No olvidemos lo que dice nuestra constitución en el “Artículo 3. La soberanía reside exclusivamente en el pueblo, del cual emana el poder público...”.
Solo tenemos la posibilidad de salir de la actual crisis política y social, si convocamos inmediatamente a una asamblea constituyente, que diseñe las instituciones que nos permitan superar la actual crisis y enfrentar las crisis futuras. No ignoramos que los primeros enemigos de la constituyente, son los poderes constituidos y que tanto la izquierda como la derecha la miran con recelo, la primera porque cree que es una vía para reencauchar a Uribe y la segunda, porque cree que el presidente actual se perpetuaría en el poder. La constituyente chilena, acabo, con el argumento, que se esgrimía allá y qué es recurrente entre la fementida izquierda colombiana que también le tiene temor al pueblo, que la Constituyente sería una oportunidad para el pinochetismo (o uribismo en Colombia), y no para los sectores democráticos. La constituyente chilena demostró que los independientes y los demócratas pueden constituir mayorías en la constituyente aún en sociedades que han sido objeto de dictaduras.