Dumar A. Jaramillo-Hernández
Profesor de la Universidad de los Llanos
En un mundo cada vez más consciente de la importancia de la sostenibilidad ambiental y el cambio climático, los esfuerzos por adoptar prácticas económicas y sociales más respetuosas con el medio ambiente se han vuelto imperativos. Uno de los actores clave en esta lucha global es el Banco Mundial, que desempeña un papel crucial al proporcionar financiamiento y asesoramiento técnico a países de todo el mundo para implementar estrategias de crecimiento verde.
En este contexto, el programa "LAC Green Growth" del Banco Mundial en Colombia ha emergido como un ejemplo destacado de cómo un enfoque integral puede catalizar un cambio positivo en la dirección hacia un futuro más sostenible, tal y como lo ha propuesto el gobierno de Gustavo Petro en su plan nacional de desarrollo (2022 - 2026), “Colombia, potencia mundial de la vida”, el cual está cumpliendo un año. Su objetivo, en teoría, es similar: generar cambios estructurales que impulsen el desarrollo sostenible y la mejora de las condiciones de vida en Colombia. En esta columna, explicaremos los aspectos clave de este programa del Banco Mundial y su impacto potencial en nuestro país.
Antes de hablar cómo Colombia es líder en acción climática (palabras textuales del Banco Mundial), es imperante entender que esta columna de opinión está sustentada en el “Informe sobre clima y desarrollo del país” publicado en julio de este año sobre Colombia, por el “Grupo Banco Mundial”, el cual está compuesto por una serie de organismos internacionales que representan intereses de 189 países, encabezados por este organismo multilateral en asociación con el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), la Asociación Internacional de Fomento (AIF), la Corporación Financiera Internacional (IFC, por su sigla en inglés) y el Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (MIGA, por su sigla en inglés).
El programa "LAC Green Growth: Leading the Change We Need" se encuentra en el corazón de los esfuerzos del Banco Mundial para promover el desarrollo sostenible y la resiliencia climática en América Latina y el Caribe. El enfoque del programa en Colombia no es una coincidencia, dado el rico patrimonio natural y la biodiversidad que alberga el país, junto con los desafíos que enfrenta en términos de desarrollo equitativo y sostenibilidad. El programa se basa en tres pilares fundamentales: promover la transformación del sistema energético, fomentar la movilidad sostenible y fortalecer la gestión de los recursos naturales.
Pero, seguramente todos nos preguntamos: ¿Por qué Colombia es designada líder en acción climática? Bueno, mínimo en América Latina y el Caribe, Colombia ha sido el único país ambicioso, dado que para el 2030 (en menos de 7 años) tiene que haber reducido la producción de gases con efecto invernadero –GEI– (esos que dañan la capa de ozono) a menos del 49% y para el 2050 deberá alcanzar la neutralidad del carbono, o sea, para el 2050 debemos ser capaces de retirar (captar) del medio ambiente todos los GEI que produzcamos.
¿Cómo estamos en generación de efectos de gases invernadero? Entre 193 países, Colombia ocupa el puesto 32 como el país de mayor emisión de GEI, representando sólo el 0,57 % de las emisiones globales de GEI; en realidad ocupamos el puesto 92 en el mundo, al producir per cápita anualmente 5,4 toneladas de dióxido de carbono equivalente. Entre 1990 y 2018, las emisiones GEI totales crecieron un 34,7 %, impulsadas principalmente por los sectores de transporte, agricultura, residuos y energía. El mayor acelere de producción GEI fue entre los años 2015 y 2018, fenómeno impulsado por el aumento de las emisiones en el sector del uso de la tierra, el cambio en el uso de la tierra y la silvicultura. Por ejemplo, este último sector representó el 40% de las emisiones de GEI; la energía el 31%, del cual el 12,5% correspondió al transporte y el 19 % a la agricultura.
Ahora, también nos preguntaremos: ¿Por qué pretendemos ser ambiciosos climáticamente en un país repleto de corrupción y con tanto lío crónico de base? Bueno, si no cambiamos nuestra forma de impactar el medio ambiente estamos destinados a desaparecer como sociedad moderna y, al parecer, este gobierno de turno así lo ha entendido. Por consiguiente, todos debemos comprender que nuestro país es altamente vulnerable al cambio climático.
Por ejemplo, si la temperatura ambiental mundial aumentará solo 1,5°C, tendríamos 300% más personas afectadas por inundaciones en nuestro país, por supuesto, y como siempre, serían las personas de menores ingresos económicos. Otro escenario son los días muy calurosos. Si seguimos sin cambiar nuestra forma de vida para el año 2050 la cantidad de estos días sería de más del 600%, eso conlleva a importantes disrupciones de la infraestructura por condiciones climáticas adversas, afectando un 60 % más de colombianos. Si, imagínense un peor escenario de servicios básicos que el de ahora, un escenario donde la generación y transmisión de electricidad, el transporte y el suministro de agua potable se vean aún más afectados.
Y no estamos jugando. En Colombia se espera que el cambio climático afecte aún más la ya escasa productividad del sector agrícola que representa el 60% del empleo en las zonas rurales. Los riesgos climáticos y de desastres representan, de lejos, el mayor pasivo contingente de Colombia, ya que podrían llegar a generar un impacto en la actividad económica equivalente al 4,4 % del Producto Interno Bruto (PIB). Además, como productor de combustibles fósiles, para 2050 Colombia podría perder hasta el 10 % de sus ingresos por exportaciones, hasta el 6 % de sus ingresos gubernamentales y hasta el 8 % de su PIB como resultado de la descarbonización mundial.
Dejando claro este derrotero, regresemos a uno de los aspectos más destacados del programa "LAC Green Growth" del Banco Mundial, el cual está enfocado en la transformación del sistema energético colombiano. Colombia, al ser un importante productor de petróleo y gas se enfrenta al desafío de equilibrar la necesidad de energía con la urgente demanda de reducir las emisiones de carbono. El programa propone una estrategia que incluye la diversificación de la matriz energética, el aumento de la participación de fuentes renovables y la mejora de la eficiencia energética. Esto no solo contribuirá a la reducción de las emisiones, sino que también podría generar nuevas oportunidades económicas a través de la creación de empleos en el sector de las energías renovables; en teoría, 347.000 nuevos empleos hasta el 2030.
La movilidad sostenible es otro pilar crucial del programa. Las ciudades colombianas enfrentan desafíos significativos en términos de congestión del tráfico, contaminación del aire y falta de infraestructura adecuada para el transporte público. El programa se centra en la promoción de alternativas de movilidad más limpias como el transporte público eficiente: la bicicleta y la promoción de vehículos eléctricos. Esto no solo mejoraría la calidad del aire y la vida en las ciudades, sino que también contribuiría a la mitigación de los efectos del cambio climático.
La gestión sostenible de los recursos naturales es el tercer pilar del programa. Colombia es conocida por su rica biodiversidad y abundantes recursos naturales, pero también ha enfrentado desafíos en términos de deforestación, pérdida de hábitats y degradación del suelo. El programa busca abordar estos problemas a través de estrategias de conservación y uso sostenible de la tierra, así como la promoción de prácticas agrícolas más sostenibles. Esto no solo beneficiaría al medio ambiente, sino que también podría fortalecer la resiliencia de las comunidades locales y sus medios de vida.
El impacto potencial de este programa en Colombia es significativo. En primer lugar, podría contribuir a una reducción considerable de las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que a su vez podría ayudar al país a cumplir sus compromisos en el marco del Acuerdo de París. Además, la adopción de prácticas de crecimiento verde podría impulsar la innovación y la competitividad económica del país en un mundo en el que cada vez se valora más la sostenibilidad. Los esfuerzos en movilidad sostenible también podrían mejorar la calidad de vida de los ciudadanos al reducir la congestión y la contaminación.
Pero también podemos ver el impacto de este programa desde la visión capitalista, si bien el costo de implementar la agenda climática no es menor, hacerlo traerá beneficios económicos netos por un valor de USD 7.000 millones entre 2023 y 2050; además, de un mayor crecimiento e ingresos de los hogares para 2050, con una inversión adicional estimada en USD 92.000 millones. Exacto, si en Colombia invertimos en reconversión energética y mitigación del impacto ambiental, en teoría, seremos capaces de ganar USD 7.000 millones en 17 años.
Sin embargo, es importante abordar los posibles desafíos y críticas que podrían surgir en relación con este programa. En primer lugar, la transición hacia una economía verde podría encontrar resistencia en sectores que han dependido tradicionalmente de prácticas menos sostenibles. Es crucial garantizar que haya medidas de apoyo y políticas de transición justa para evitar efectos adversos en las comunidades y los trabajadores afectados por estos cambios; siendo este uno de los principales desafíos del Plan Nacional de Desarrollo 2022 – 2026 del gobierno de Petro.
Además, la implementación exitosa de un programa de esta magnitud requiere una coordinación efectiva entre múltiples actores, incluido el gobierno, el sector privado, las comunidades locales y las organizaciones no gubernamentales. La falta de coordinación podría conducir a la duplicación de esfuerzos, la pérdida de recursos y la falta de impacto real. El éxito del programa dependerá en gran medida de la voluntad política del gobierno y de la capacidad de movilizar los recursos necesarios para su implementación. Además, se requerirá una estrategia de comunicación sólida para sensibilizar y comprometer a la sociedad en general en la transición hacia prácticas más sostenibles.
El programa "LAC Green Growth: Leading the Change We Need" del Banco Mundial en Colombia es un ejemplo inspirador de cómo un enfoque integral de crecimiento verde puede tener un impacto positivo en la sostenibilidad ambiental y el desarrollo económico. A medida que Colombia busca equilibrar sus aspiraciones de desarrollo con la protección del medio ambiente, este programa proporciona un marco sólido para lograr esos objetivos. Sin embargo, es esencial abordar los desafíos potenciales y garantizar una implementación efectiva y equitativa. Si se ejecuta con éxito, este programa podría allanar el camino hacia un futuro más brillante y sostenible para Colombia y, a su vez, inspirar a otros países a seguir un camino similar hacia el crecimiento verde.