Por: Óscar Montero De La Rosa
¡No somos de nadie, somos de la tierra, el agua, la luna y el sol!
Los pueblos indígenas aún somos tratados como si fuéramos una “propiedad”, como si fuéramos un objeto que cualquiera puede tomar, comprar o instrumentalizar. Eso evidencia el odio y el racismo que aún se vive en Colombia.
Pero no es extraño que personas como Francisco Santos se exprese así de los pueblos indígenas, él hace parte de esa élite del país que se acostumbró y que piensan que somos menores de edad, que somos cualquier cosa que ellos pueden manejar y mandar a su antojo, y no hacerlo es motivo suficiente para escuchar por parte de ellos, todo tipo de expresiones que denigran de la dignidad humana.
Aunque en Colombia el racismo sea un delito, que es penalizado en el país para muchos, esto puede ser solo un trino más. Y no, eso no puede seguir pasando, no podemos seguir permitiendo que en un país que reconoce y protege la diversidad étnica y cultural se naturalicen estas prácticas que contribuyen al genocidio cultural en contra de los pueblos.
“Se alquilan indígenas para marchas por el precio y la mermelada correcta. Favor contactar al @CRIC_Cauca y a la @ONIC_Colombia o a su manager @petrogustavo”, estas expresiones racistas del ex vicepresidente de Colombia en el gobierno de Álvaro Uribe no solo ponen en riesgo la vida e integridad de los pueblos indígenas, sino la misma vida política y organizativa de las organizaciones que con dignidad, resistencia y lucha han podido, a lo largo de la historia, movilizar la palabra en defensa de la vida.
No somos objetos de nadie, ni mucho menos tenemos precio para que se nos oferte al “mejor postor”, somos sujetos de derechos colectivos en un país y un Estado Social de Derecho, pluralista, multicultural y étnico.
El llamado a la sociedad colombiana es a descolonizar y reaprender sobre su diversidad étnica y cultural. El país requiere de ciudadanos libres, críticos y sobre todo íntegros en pensar en ciudadanías diversas para un territorio en paz. Expresiones como las escritas por el ex vicepresidente de un país que constitucionalmente se reconoce como un Estado Social de Derecho, dejan mucho que decir y pensar del tipo de “dirigentes políticos” que eligen la sociedad, muestra a través de ellos de la falta de cultura política que tenemos y de la incapacidad cultural que hay por reconocer al otro.
Ante el racismo y la ignorancia de los que se hacen llamar cultos, la palabra, la dignidad y la resiliencia de un pueblo olvidado que resiste ante la barbarie de las palabras violentas del que no piensa.
La paz no es solo con los alzados en armas, la paz en Colombia debe pasar por los que, armados con rabia en sus palabras, deben sanar su corazón, hacerlo desde el sentir verdadero, es posible que los afectados puedan y podamos perdonar. Lo dicho por Pacho Santos demuestra la ignorancia en la cual está mucha gente sumida en el país.
Señor Francisco Santos y señores que aún piensan que los pueblos indígenas somos propiedad de alguien, les queremos manifestar que ese tiempo ya pasó, que ese tiempo ya acabó. Los pueblos indígenas somos sujetos políticos de derechos constitucionales, somos seres humanos mayores de edad y con criterio político, social y cultural para determinar por nosotros mismos nuestras propias decisiones.
Dejemos atrás el racismo, los invitamos desde el respeto y el reconocimiento del otro, a construir la Nación pluriétnica y multicultural que es Colombia.
El gran reto de la paz es dialogar y hablar con el contrario, con el que no está de acuerdo con nuestras ideas o posiciones, por eso la invitación es a que el diálogo y la razón sean los puntos de encuentro para tejer la paz que merece el país y que merecemos todos.
Caminar juntos en medio de las diferencias y en medio de las diversidades nos permitirá un buen vivir para la tierra y para sus guardianes.