Por: Dumar A. Jaramillo-Hernández
Porfesor Universidad de los LLanos, MVZ. Esp. MSc. PhD.
La definición de cáncer por parte del Instituto Nacional de Cáncer en Estados Unidos es “ … enfermedad por la que algunas células del cuerpo se multiplican sin control y se diseminan a otras partes del cuerpo …”. En otros términos, el cáncer es la multiplicación celular aberrante y morbosa. Explico: normalmente las células somáticas (células que poseen información genética completa, 42 pares de cromosomas) de nuestro cuerpo se multiplican a través de la mitosis, una célula madre genera dos células hijas idénticas en su información genética. “Aberrante” hace referencia a que esa mitosis genera células hijas diferentes a su progenitora, donde la información genética posee defectos importantes. Por otro lado, el número de mitosis de una célula está finamente regulado por múltiples sistemas de control dentro del ciclo celular, aquí aparece el término “morboso”, donde se entiende que la tasa mitótica esta incontrolada en una célula que participa en un evento canceroso.
Ahora todos nos preguntamos: ¿Qué origina el cáncer?, la respuesta es ampliamente variable, desde eventos genéticos (ej., hereditario) hasta infecciones virales (ej., virus de la hepatitis B), y sin lugar a dudas, los procesos inflamatorios crónicos son la causa más importante de esta enfermedad. Nuestras células están equipadas para revisar de forma permanente su información genética y corregir errores en la multiplicación celular, garantizando que la mitosis genere células idénticas a su célula madre. Esos sistemas de revisión y corrección de errores celulares van alterándose con el correr del tiempo, por ello en la población geriátrica la frecuencia de padecimientos de cáncer es mayor.
Por supuesto, las poblaciones deben estar acobijadas por planes sanitarios preventivos contextualizados por rangos etáreos (diferentes edades), comorbilidades (otras enfermedades que se padezcan), estratos socieconómicos (y aquí si hay tela por cortar, desde eventos de desnutrición crónica hasta infecciones parasitarias crónicas en poblaciones empobrecidas históricamente), entre otras series de variables que impactan de forma directa la capacidad médica de prevenir el cáncer en nuestra sociedad. Hábitos de vida saludable son el llamado esencial dentro de las poblaciones para prevenir la aparición del cáncer. Pero quién puede si quiera pensar en vivir saludablemente cuando el día a día de la mayor parte de la población mundial es de supervivencia -700 millones de personas en todo el mundo viven en situación de pobreza extrema y subsisten con menos de USD 2,15 al día, según el Banco Mundial para el 2023-.
Ahora sí, posterior a esta introducción, permítanme desglosar el título de esta columna de opinión. La Organización Mundial de la Salud (OMS), específicamente su Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), recientemente presentó estadísticas sobre el aumento de los casos de cáncer a nivel mundial, mostrando que para el año 2012 habían 14.1 millones de nuevos casos de cáncer y 8.2 millones de muertes por esta enfermedad, 10 años después, año 2022, se generó un ascenso a 20 millones de nuevos casos y 9.7 millones de muertes. Este comportamiento permitió a la IARC predecir que habrá más de 35 millones de nuevos casos de cáncer para 2050, un aumento aproximado del 75% desde los niveles de 2022, y que las muertes habrán casi duplicado desde 2012, superando los 18 millones.
Por supuesto y como todo en este planeta, nada es igualitario dentro de nuestras sociedades. La escalada de casos de cáncer en el mundo estará concentrada en un alto porcentaje en los países emprobrecidos. Las naciones saqueadas históricamente por los corruptos gobernantes (especialmente los internos, los connacionales) tendrán menos recursos para propiciar dentro de sus comunidades planes sanitaros preventivos, sufriendo así el peso más fuerte de esta epidemia global.
¿Por qué esta situación? Se preguntará el lector, es muy sencillo, las principales causas del ascenso de los casos de cáncer en el mundo son el uso del tabaco, el consumo de alcohol, la obesidad, el envejecimiento de la población y su crecimiento desproporcionado según recursos naturales de su contexto. Todas estas variables ampliamente dispersas y consolidadas en las poblaciones de menores ingresos económicos, comunidades donde su subsistencia ha estado fuera de los derechos “inalienables” (entre comillas dada la paradoja de ser imposible de dejar de hacerse, pero no se garantiza es lo más mínimo) de la vida digna (salud, educación, alimentación, …) cocinaran las bases sólidas de la presentación de mayores casos de cáncer en el mundo.
Dentro de este mismo estudio de la IARC, el cual reunió datos de 185 países y 36 tipos de cáncer, presentan que 10 tipos de cáncer representaron aproximadamente el 75% de los nuevos casos y muertes en el mundo para el año 2022. Donde el cáncer más diagnosticado es el de pulmón (aquí en la Revista Raya ya hemos objetado de cómo la calidad del aire afecta hasta el desarrollo cerebral de niños https://revistaraya.com/dumar-a-jaramillo-hernandez/441-alteraciones-de-desarrollo-cerebral-en-ninos-y-adolescentes-asociados-a-la-contaminacion-del-aire.html), seguido por el cáncer de mama. Otras causas principales de muerte incluyen el cáncer de colon, hígado y estómago.
De nuevo, como hemos argumentado, hay amplias desigualdades en la carga de nuevos casos y muertes por cáncer según países, estas desigualdades son especialmente evidentes en el cáncer de mama y cervical. En el primero, los países empobrecidos tienen precarias condiciones de diagnóstico de cáncer de mama, así las mujeres tienen un 50% menos de probabilidades de ser diagnosticadas en una fase temprana de la enfermedad, al compararlas con servicios de salud y procesos diagnósticos en mujeres en países de ingresos altos. En términos generales, las mujeres de comunidades empobrecidas tienen un riesgo mucho mayor de morir debido al diagnóstico tardío de cáncer de mama y al acceso inadecuado al tratamiento de calidad.
En el segundo, aun cuando existe un protocolo de vacunación exitoso para su prevención, el cáncer cervical es el octavo cáncer más diagnosticado en el mundo, y la novena causa más importante de muerte por cáncer, con 661,044 nuevos casos y 348,186 muertes para el año 2023. El panorama sobre el cáncer cervical es altamente preocupante, dado que sólo alrededor del 21% de las mujeres han recibido una vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) que es el agente causal de esta enfermedad.
En teoría, según la “Estrategia global para acelerar la eliminación del cáncer de cuello uterino como problema de salud pública” de la OMS, si se quiere eliminar el cáncer de cuello uterino en el próximo siglo, para el 2030 (en menos de 6 años) el 90% de las mujeres deberá estar vacunada contra el VPH, y la detección y el tratamiento también deberían convertirse en rutina en todo el mundo, donde mínimo el 70% de las mujeres a la edad de 35 años debería tener citologías rutinarias, y el 90% de aquellas con signos de cáncer de cuello uterino deberían ser tratadas tempranamente.
En Colombia, desde el debate legislativo que es objeto la reforma al sistema de salud propuesta por el Gobierno del Cambio, es imperativo que se prioricen las desigualdades sociales que hemos expresado aquí al respecto del cáncer; así mismo, la obligatoriedad de aumentar las inversiones estratégicas en fortalecer todo el sistema de salud (ej., hospitales dignos y personal sanitario contratado dignamente) para prevenir millones de muertes por cáncer; de esa forma se podría pensar en acceso a servicios asequibles y de calidad en torno a los planes sanitarios preventivos para el cáncer.
Como sociedad dado este llamado científico desde la OMS que demuestra el incremento sustancial de los casos y muertes por cáncer, especialmente en comunidades susceptibles por el saqueo histórico de sus recursos, debemos optar por acciones rápidas y decisivas para reducir la contaminación medio ambiental, la exposición a productos carcinógenos, a construir comportamientos que reduzcan los riesgos de cáncer (ej., ejercicio) y dialogar sobre la estrategia de la vacunación contra cánceres prevenibles.
El desafío de nuestro gobierno y sociedad hoy en día es no permitir que las disparidades socioeconómicas en la gestión del cáncer sigan ampliándose. Y esto se logra constituyendo un sistema de salud amplio y suficiente que permita la detección temprana, el acceso equitativo al tratamiento y la prevención del cáncer. Con certeza nuestros legisladores están con toda esta información vanguardista de primera mano en la deconstrucción y construcción de la reforma a la salud, con certeza (y esta inferencia da miedo).