Por: Dumar A. Jaramillo-Hernández
Desde el año 2001, la prestigiosa casa editorial científica “The Royal Society” publicó que existen reportadas 1.415 especies de organismos infecciosos patógenos para los humanos. Este número incluye 217 virus y priones, 538 bacterias y rickettsias, 307 hongos, 66 protozoos y 287 helmintos. De estos, 868 (61%) son zoonóticos, es decir, pueden transmitirse entre humanos y animales. Además, 175 de estos, son especies patógenas asociadas con enfermedades consideradas "emergentes" para la época.
Si, estimado lector, tres de cada cuatro nuevas enfermedades infecciosas que pueden afectar a los humanos, tienen su origen en los animales. Para encrudecer este panorama, la Organización Mundial de Salud (OMS) estima que cada 8 meses surge una enfermedad emergente y es altamente probable que cada dos años, de estas nuevas enfermedades, pueda existir un organismo patógeno emergente de interés para la salud pública mundial, es decir, que posea riesgo de pandemia.
A lo largo de la historia, la aparición y propagación de enfermedades infecciosas con potencial pandémico ha sido un fenómeno habitual. Grandes pandemias y epidemias como la peste, el cólera, la gripe, el coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV) y el coronavirus del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) ya han afectado a la humanidad. El mundo se enfrentó recientemente a la pandemia de la nueva enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) ocasionada por SARS-CoV-2.
Muchas enfermedades infecciosas que dan lugar a pandemias son causadas por patógenos zoonóticos que se transmitieron a los seres humanos debido al aumento de los contactos con animales a través de la cría, la caza y las actividades comerciales mundiales. La caza furtiva de especies silvestres con fines alimenticios, y el comercio ilegal de fauna silvestre son los dos pilares fundamentales de las amenazas serias a los sistemas de salud del mundo, dado que, estas actividades ponen en alto riesgo de trasmisión zoonótica, empezando por las personas que están dentro de esta cadena de eventos, y posterior diseminación dentro de poblaciones humanas a agentes infecciosos que habitan estables entre sus poblaciones hospederas naturales.
Después de esta larga introducción, es importante referirnos a la nueva amenaza zoonótica emergente en salud pública mundial, el virus de la viruela símica, que pertenece al género Orthopoxvirus que incluye al virus variola (causante de la viruela). Este virus genera la enfermedad “mpox”, la cual se caracteriza por síntomas que incluyen erupciones cutáneas dolorosas, fiebre, dolores de cabeza, y en casos graves, complicaciones que pueden poner en peligro la vida.
La aparición de la mpox en humanos no es nueva; de hecho, se reportó por primera vez en 1970 en un niño de la República Democrática del Congo. Sin embargo, en las últimas décadas, esta enfermedad ha emergido como una preocupación global debido a su capacidad de propagarse más allá de las fronteras de África Central y Occidental, donde se consideraba endémica.
Es así que, al 30 de junio de 2024, se notificaron a la OMS un total de 99.176 casos confirmados por laboratorio y 535 casos probables, incluidas 208 muertes, en 116 diferentes países. De mayo a junio 2024, el número de nuevos casos notificados mensualmente disminuyó un 3%. La mayoría de los casos en el último mes se informaron en la región de África (60,7%) y la región de las Américas (18,7%). Los 10 países más afectados a nivel mundial desde el 1 de enero de 2022 son: Estados Unidos (n = 33.191), Brasil (n = 11.212), España (n = 8.084), Francia (n = 4.272), Colombia (n = 4.249), México (n = 4.124), Reino Unido (n = 3.952), Perú (n = 3.875), Alemania (n = 3.857) y República Democrática del Congo (n = 2.999). En conjunto, estos países representan el 80,5% de los casos a nivel mundial.
Uno de los aspectos más alarmantes de la mpox es su origen zoonótico. El virus causante de esta tiene sus raíces en animales, particularmente pequeños mamíferos como ardillas y ciertos tipos de monos. Aunque la transmisión de animal a humano es relativamente rara, tanto el brote global de 2022-2023, como el actual, nos ha mostrado que la propagación de persona a persona es una amenaza real y presente.
Estos brotes, causados predominantemente por una cepa del virus conocida como clado II (brote del 2022) y clado Ib (brote actual y causante de signos graves de la enfermedad), se extendió rápidamente a través de Europa, las Américas y otras regiones del mundo, revelando la fragilidad de nuestras defensas en salud pública frente a enfermedades emergentes. A junio 2024, la sola región de las Américas reportaba 60.558 casos confirmados (más del 61% de los casos de mpox del mundo).
La transmisión de la mpox se produce principalmente a través del contacto físico directo con personas infectadas, materiales contaminados o animales portadores del virus. Si bien la mayoría de las personas se recuperan de los signos clínicos, las poblaciones vulnerables, como los niños, las mujeres embarazadas y las personas con sistemas inmunitarios debilitados, están en mayor riesgo de sufrir consecuencias graves.
A las autoridades sanitarias mundiales les llama la atención que, dentro de los nuevos casos clínicos de la enfermedad, estén los infantes. De los 92.844 casos en los que se disponía de información sobre la edad, se notificaron 1.161 (1,3 %) casos en edades de 0 a 17 años, de los cuales 334 (0,4 %) correspondían a edades de 0 a 4 años.
Dada la magnitud de este nuevo brote global. La OMS el pasado 14 de agosto ha determinado que el aumento de casos de mpox en la República Democrática del Congo (RDC) y en un número creciente de países de África constituye una emergencia de salud pública de interés internacional. Con más de 17.000 nuevos casos y 500 muertes en 13 países africanos, en lo corrido del 2024, clasifican el brote como “evento de riesgo muy alto”.
La identificación y el tratamiento de la mpox presentan desafíos únicos. En un mundo donde muchas enfermedades pueden presentar síntomas similares, como la varicela, el sarampión o incluso infecciones bacterianas, el diagnóstico preciso es esencial para controlar la propagación de la enfermedad. La prueba de PCR (reacción en cadena de la polimerasa) para detectar el ADN viral en lesiones cutáneas sigue siendo el estándar de oro para el diagnóstico de la mpox. Sin embargo, la disponibilidad de pruebas y la rapidez con la que se administran pueden ser un factor determinante en la efectividad de la respuesta de salud pública.
El tratamiento de la mpox se centra principalmente en el cuidado de apoyo. Esto incluye el manejo del dolor, la hidratación adecuada y la prevención de infecciones secundarias. En algunos casos, los antivirales desarrollados originalmente para la viruela, como el tecovirimat, han mostrado ser eficaces en el tratamiento de la mpox, aunque su disponibilidad y uso están limitados a ciertas circunstancias. Además, las vacunas desarrolladas para la viruela también pueden ofrecer protección contra la mpox, especialmente si se administran poco después de la exposición al virus.
La prevención no solo implica evitar el contacto directo con personas infectadas, sino también una vigilancia activa y la educación pública. En lo corrido de esta nueva emergencia sanitaria, el 96,4% (87.189 casos de 90.410 casos confirmados) de los casos son hombres, la mediana de edad es de 34 años (RIC: 29 - 41). Dentro de este grupo, entre los casos con datos conocidos sobre comportamiento sexual, el 85,8% (30.514 de 35.550 casos) se identificaron como hombres que tienen relaciones sexuales con hombres. Esto subraya la importancia de enfoques de salud pública inclusivos que consideren las dinámicas sociales y de comportamiento en la propagación de enfermedades.
La vacunación es otra herramienta crucial en la prevención de la mpox. La OMS y otras agencias de salud han recomendado la vacunación para personas en alto riesgo de exposición, incluidos trabajadores de la salud (se han notificado 1.312 casos de trabajadores de la salud) y personas con múltiples parejas sexuales. Sin embargo, la disponibilidad de vacunas sigue siendo un desafío en muchas partes del mundo, lo que resalta las desigualdades en la distribución de recursos de salud.
Por último, refiriéndonos a Colombia, quien ocupa el quinto puesto a nivel mundial de mayor reporte confirmados de casos de mpox dentro de su población, si alguna vez deseamos ser “potencia mundial de vida”, debemos si o si enfocar los esfuerzos estatales en mantener una vigilancia constante ante las enfermedades zoonóticas y la reducción significativa de la degradación del medio ambiente (sin lugar a dudas, el impacto del deterioro ambiental ha aumentado el riesgo que virus que anteriormente estaban confinados a ciertos ecosistemas se propaguen a nivel mundial).
Nueva y tristemente para nuestro país, este brote ha puesto de manifiesto las brechas en la preparación estatal para enfrentar enfermedades emergentes. A pesar de los avances en la medicina y la salud pública mundial, Colombia sigue llegando tarde a todo en materia de medicina preventiva y vigilancia epidemiológica. Está claro que la respuesta inicial al brote de mpox fue lenta y descoordinada, lo que ha permitido que el virus se propagué rápidamente.
Señores “Gobierno del Cambio”, la salud pública debe ser una prioridad compartida, y la solidaridad global es esencial para enfrentar las amenazas que trascienden fronteras. Y para que seamos actores propositivos en ese escenario, es absolutamente urgente fortalecer los sistemas de salud pública, especialmente en lo que respecta a la vigilancia, el diagnóstico rápido y la distribución equitativa de vacunas y tratamientos.
Para el mundo, en especial para Colombia, la mpox es más que una enfermedad; es un recordatorio de nuestra vulnerabilidad y de la necesidad de estar siempre preparados para lo inesperado. El brote reciente ha puesto de manifiesto nuestras debilidades, pero también ha ofrecido una oportunidad para aprender, adaptarnos y fortalecer nuestra capacidad colectiva para enfrentar futuros desafíos.
Nota final: dejen en paz la fauna silvestre, desde que seamos espectadores respetuosos de ella, seguro que nada nos pasará. Este enunciado nace del llamado urgente que muchas asociaciones de fauna silvestre hacen para que no estigmaticen con tendencia a la aniquilación a primates no humanos (llámalos como desees: monos, micos, simios …). Como está más que claro, la diseminación en este momento de la enfermedad mpox es de persona a persona.