Por: Migdalia Arcila-Valenzuela
Estudiante e investigadora doctoral en la Sage School of Philosophy en Cornell University, Estados Unidos.
Sha’ban al-Dalou era un estudiante de ingeniería de Software en la Universidad Al-Azhar en Gaza. Esta universidad, así como las otras 12 universidades en Gaza, fue completamente destruida por Israel en los primeros 100 días del genocidio. Sin embargo, determinado a continuar su educación, Sha’ban buscaba becas y oportunidades de estudio en otros países y preparaba sus solicitudes con la ayuda del programa Scholarships for Gazza Initiative. El 14 de Octubre de 2024, vimos a Sha’ban quemarse vivo en el incendio ocasionado por el bombardeo israelí al hospital Al Aqsa en Deir el-Balah, en la zona central de Gaza. El video, que circuló rápidamente en redes sociales pese a múltiples intentos de censura, muestra a Sha’ban atrapado entre las llamas mientras seguía conectado a fluidos intravenosos. Vimos a Sha’ban quemarse vivo mientras se recuperaba de las heridas provocadas en otro bombardeo días antes.
En medio de la profunda indignación y dolor que causa presenciar todos los días la aniquilación sistemática de una población, es importante recordar que Gaza no es simplemente otro episodio del eterno “conflicto” en medio oriente. Gaza no es solo una tragedia humanitaria, no es un terremoto o huracán, Sha’ban no se quemó vivo como resultado de un accidente infortunado; fue asesinado por Israel, con el patrocinio de las grandes potencias mundiales y el beneplácito de nuestro silencio. Su muerte se suma a la de más de 186,000 palestinos que han sido masacrados en el último año.
En medio de la sensación de asfixia e impotencia que produce ser testigos de la muerte de Sha’ban, es fundamental recordar que esto es el resultado de un proyecto de limpieza étnica que lleva más de 76 años. El sadismo de los métodos de exterminio empleados por Israel, es un sadismo ejemplificante. Como lo dijo el presidente Gustavo Petro en su intervención durante la Conferencia Salvemos el Planeta, Gaza es una demostración de poder. Gaza es el futuro del sur global y de todos los pueblos que legítimamente se resisten al colonialismo. En un alarde de su proyecto expansionista, Israel bombardeó en un mismo día no solo Gaza, sino también Yemen, Siria y Líbano. Nuevamente, es importante recordar que estos ataques y la impunidad con la cual Israel destruye todo a su paso son el resultado natural de un proyecto que cuenta con el apoyo incondicional de las grandes potencias mundiales. Solo en el último año, Estados Unidos ha aportado 12.5 billones de dólares en soporte militar para Israel. Además, grandes medios de comunicación de ese país como CNN o The New York Times han sido instrumentos para fomentar la desinformación y confusión, demostrando un claro sesgo zionista, reforzando narrativas orientalistas que deshumanizan a la población árabe.
La desesperación que genera presenciar el primer genocidio de la historia transmitido en vivo y en directo por sus propias víctimas no puede paralizarnos. El genocido en Gaza y la brutal colonización de Palestina tienen responsables directos. Entender a Israel como un proyecto colonial en sintonía con las lógicas imperialistas de Occidente debe permitirnos sobrepornernos al horror de la masacre de un pueblo entero. Debe movilizarnos a contrarrestar una narrativa racista que demoniza la resistencia palestina, deslegtimándola como terrorismo, mientras celebra la barbarie del gobierno que quemó vivo a Sha’ban al-Dalou.