En espera del desarrollo de la segunda ronda de diálogos con la Segunda Marquetalia, la Revista RAYA habló con Armando Novoa, jefe negociador del Gobierno con estas disidencias, sobre la situación judicial de Iván Márquez, el desescalamiento de la violencia en los territorios y el papel de los Estados Unidos en el fin del conflicto en Colombia.
Por: Enrique Gamboa - Periodista Revista RAYA
Después de dos meses de congelamiento en las negociaciones de paz con la Segunda Marquetalia, el Gobierno Nacional anunció que la tercera semana de octubre iniciará la segunda ronda de conversaciones con estas disidencias de las extintas Farc, en La Habana. Este anuncio se dio durante el evento “Encuentro por la Paz y el Desarrollo con Justicia Social del Pacífico Nariñense”, realizado el pasado 23 de septiembre, en el Coliseo del Pueblo del municipio de Tumaco (Nariño) ante más de 5.000 personas, y el cual era un acuerdo del primer ciclo de negociaciones que se realizó en junio pasado, en Caracas, entre las dos partes.
El jefe del equipo negociador del Gobierno Nacional que viajará a Cuba para liderar las negociaciones con la Segunda Marquetalia es Armando Novoa, quien también se desempeñó como consejero del Consejo Nacional Electoral y participó en la Asamblea Nacional Constituyente de 1991. En la antesala al reinicio de las negociaciones, Novoa habló con RAYA sobre las expectativas que tiene en este nuevo capítulo que se abre en la política de la Paz Total del Gobierno de Gustavo Petro. Reconoció que uno de los retos que se presentaron en esta etapa con la Segunda Marquetalia era la suspensión de la orden de captura contra Iván Marquez, el líder más importante de esa disidencia.
Novoa aseguró que espera entregar resultados al final de esta ronda de diálogos, con el fin de avanzar en un desescalamiento del conflicto en los 12 territorios de Colombia donde esta disidencia tiene presencia con alrededor de dos mil combatientes. Su objetivo también es avanzar en las políticas de reparación temprana de las víctimas de quienes firmaron el Acuerdo de Paz de 2016, pero luego retomaron las armas.
¿Cuáles fueron los motivos del congelamiento de la mesa de paz con la Segunda Marquetalia durante casi dos meses?
Yo creo que hay diferentes razones. Se han mencionado razones, por parte de ellos, de orden técnico-operativo, también se han mencionado las reglas para el desplazamiento de los representantes de la Segunda Marquetalia, así como de los sitios de las reuniones y eso hizo que se nos retrasara el cronograma de actividades. Por ejemplo, la reunión de Tumaco debía realizarse, según lo previsto, los días 23 y 24 de julio de 2024 y se hizo dos meses después. Debemos considerar que se juega con los tiempos de ellos. Tienen que ganar una cohesión interna, armonizar un discurso y concertar sus acciones con su jefe máximo que es Iván Márquez, que no está en Colombia, sino que está en Venezuela. También hay diferencias de interpretaciones entre ellos, entre cómo armonizar una acción de paz territorial con una plataforma nacional de negociación que ellos mencionan. Entonces yo creo que tras bambalinas lo que tenemos son ese tipo de temas, agregarle a eso, los resultados electorales en Venezuela, teniendo en cuenta que Venezuela es uno de los países garantes de este proceso de conversaciones, también los sobresaltos, los altibajos y los problemas en las conversaciones que adelanta el Gobierno Nacional con el ELN.
¿En medio de su crisis política, Venezuela seguirá siendo garante de paz en las negociaciones con la Segunda Marquetalia?
No hemos considerado otra posibilidad y ese es el acuerdo que hay establecido. Venezuela sigue siendo un país garante y nos ha prestado un apoyo importante para el desarrollo de las conversaciones en el primer ciclo y también para la reunión que hicimos en Tumaco. Esperamos contar con ellos en la manera en que lo ha venido haciendo de tiempo atrás. Por supuesto que una crisis política en Venezuela puede tener algún nivel de incidencia en la tranquilidad que necesitan para que desempeñen de manera adecuada su papel de garantes.
Usted mencionó en medios de comunicación que era necesario superar la desconfianza con la Segunda Marquetalia para avanzar en los diálogos. ¿Cuáles son las causas de esa desconfianza?
Ellos tienen una desconfianza derivada de lo que llaman el incumplimiento estructural del Estado colombiano hacia el Acuerdo de Paz de 2016. Alegan que hubo un entrampamiento, no solamente al señor Jesús Santrich, sino al propio Acuerdo de Paz. Para nosotros, y es necesario reiterarlo, ningún incumplimiento del Acuerdo de Paz justificaba que ellos volvieran a las armas. Algunos han dicho que no había un camino distinto porque se trataba de proteger la vida de sus máximos líderes, pero en esa decisión no se contempló, en ningún momento, la expectativa que generó el Acuerdo de Paz en el país. Cuando ellos dicen eso yo les pongo de presente el caso de Carlos Pizarro del M-19, un líder máximo que tenía posibilidades de ser presidente de la República, una vez se produjo la dejación de armas de ese movimiento, pero fue asesinado dos meses antes de las elecciones y sin embargo el M-19 se mantuvo en el acuerdo de paz y esa decisión fue respaldada por la ciudadanía, en las urnas, y de alguna manera es un antecedente que explica la presidencia de Gustavo Petro hoy en el país. De tal manera que la desconfianza se relaciona con eso, por eso esta mesa tiene que trabajar mucho en devolverle la confianza a los acuerdos que hacemos para el desarrollo de la mesa, pero para eso es necesario que la Segunda Marquetalia tenga seriedad en lo que acuerda en la mesa, y yo no estoy muy seguro de que los niveles de compromiso que hay con un proceso de paz estén muy claras.
¿Por qué tiene dudas al respecto?
Porque hay muchos sobresaltos y porque no veo que hay agilidad en el desarrollo de las conversaciones. Siempre recibimos mensajes de obstáculos que se hacen consistir en razones de orden procedimental, no de orden político, entonces nos preocupa eso, pero esperemos que sean realmente circunstancias episódicas. Se necesita un compromiso para que la mesa avance sin tanto sobresalto, sin tanto problema de orden procedimental que ellos invocan para quitarle aliento a los desarrollos de la mesa. Entonces, yo lo he dicho en varias ocasiones: para nosotros el universo de la negociación son dos años, no tiene sentido alargarlo porque vamos a perder el tiempo.
¿Cuál es la metodología que plantea el gobierno para alcanzar un acuerdo de paz en menos de dos años?
Primero darle estabilidad y continuidad a la mesa. Que hagamos los ciclos en las fechas previstas, que esos ciclos sean secuenciales y no entren al congelador y que podamos entrar a las discusiones de fondo con la celeridad que requiere un proceso de paz. No porque el gobierno esté urgido de que esta mesa avance, claro que lo está, pero sobre todo porque las comunidades reclaman paz. Reclaman que las negociaciones avancen, las autoridades reclaman que cese la violencia en los territorios, entonces la dinámica de las negociaciones tienen que atender a esa demanda de presentar resultados. No podemos profesionalizarnos en eternizar negociaciones de paz que se frustran. Entonces me refiero a que necesitamos una celeridad para mostrarles resultados al país que los demanda y los espera. La manera de darle legitimidad a esta mesa es con esos resultados y para eso necesitamos que haya secuencia en los ciclos y se lleven en tiempo oportuno. También que los acuerdos se vayan implementando en la medida en que se vayan suscribiendo y que esa metodología nos permita llegar rápidamente a un desescalamiento integral del conflicto que implique la superación de la violencia en los territorios en donde tiene presencia la Segunda Marquetalia.
¿Cuáles son los acuerdos logrados con la Segunda Marquetalia para la protección de la población civil?
Hubo una serie de medidas adoptadas en el primer ciclo relacionadas con la restricciones que ellos aceptaron de no hacer presencia en cascos urbanos, ni en vías principales, en no portar armas, en no portar prendas de uso privativo de la fuerza pública, de no atentar contra líderes sociales, contra líderes comunitarios, pero ya hemos recibido dos denuncias de atentados contra la vida de dos miembros de comunidades indígenas, tanto en el departamento de Nariño como en el departamento de Putumayo. No hemos podido darle un trámite adecuado porque no se han creado los mecanismos de seguimiento y verificación a los compromisos porque solamente llevamos un ciclo, pero eso tendría que ser objeto de un de un acuerdo y un análisis en el segundo ciclo, porque es la única manera de verificar si lo que ellos dicen lo están haciendo, por eso es importante avanzar en los ciclos.
¿En qué consiste la propuesta de diálogos regionales?
La segunda Marquetalia tiene dentro de sus propuestas y dentro de su plataforma la idea de crear unos territorios de paz y nosotros coincidimos con la necesidad de territorializar los diálogos y los esfuerzos de paz. Ya no hay estructuras nacionales que estén amenazando el orden constitucional, hay unos factores territoriales de perturbación en algunas regiones del país históricamente marginados, pero la Segunda Marquetalia ya no combate a la fuerza pública para derrocar al Estado, ni para hacer una revolución socialista, esa lógica terminó con el proceso de paz y el acuerdo suscrito con las extintas FARC. Hoy tenemos unas violencias dispersas en los territorios y esas violencias tienen que ser tratadas territorialmente, la política de los diálogos y los acuerdos de paz, dentro de una estrategia de paz territorial, pretenden dar una respuesta eficaz ante esa realidades que no significa que no sean menos graves, significa que tenemos una dinámica en los territorios que hay que atender de manera pronta, con inversión pública, con recuperación institucional del Estado, con empoderamiento de las comunidades, con fortalecimiento de las autoridades locales. Los diálogos regionales tienen que ser pensado en función de fortalecer la institucionalidad democrática en protagonismo de las comunidades, de la democracia local y tal vez haya que pensar en una reingeniería de esa democracia local para que pueda hacer eficaz.
Desde esta perspectiva, ¿la mesa de negociación con la Segunda Marquetalia se articulará con otras mesas de paz regionales, como en Nariño?
A nosotros nos interesa que los ciclos de diálogo se desarrollen en Colombia. Dentro de la idea que nosotros tenemos de que la paz tiene que territorializarse. Las soluciones de paz tienen que construirse desde los territorios. Entonces los ciclos deberían atender esas realidades y tendrían que programarse en las áreas de influencia de la Segunda Marquetalia. Entonces hay que focalizar esos ciclos en donde tienen presencia, en donde las comunidades están siendo víctimas del conflicto que representan estas estructuras armadas y a nosotros nos interesa, por ejemplo, que después del ciclo de La Habana podamos hacer un evento similar al que hicimos en Tumaco, pero en el departamento de Putumayo en lo cual la Segunda Marquetalia está de acuerdo.
Uno de los acuerdos en la primera ronda de negociación con la Segunda Marquetalia fue el desescalamiento del conflicto. ¿Cómo ha sido el avance en este aspecto?
La Segunda Marquetalia se comprometió a mantener una decisión, desde su fundación, de decretar un cese unilateral de fuego frente a las Fuerzas Armadas y frente a la Policía. Aquí en esta mesa no ha habido un cese bilateral de fuego, ha habido un compromiso unilateral de la Segunda Marquetalia en esa dirección. La respuesta del Estado a esa decisión unilateral supone que se debe adelantar un trabajo de georeferenciación que permita identificar las áreas de influencia de sus estructuras armadas, para que el presidente de la República, conjuntamente con las Fuerzas Armadas y el consejero Comisionado de Paz, hagan una valoración que permitan establecer unas medidas para rodear de garantías el proceso, y sobre todo, para proteger a las comunidades. Entonces el desescalamiento integral del conflicto es disminuir el volumen a las acciones armadas, hacer presencia en el territorio con política sociales del Estado, involucrar a las autoridades territoriales, fortalecer el concepto de paz territorial. La sumatoria de esos factores tiene que llevarnos a un punto de no retorno dentro de la idea del desescalamiento integral del conflicto en sus factores militares y en sus factores socioeconómicos.
¿Se han observado algunos resultados desde que la segunda Marquetalia anunció el cese ofensivo unilateral del fuego en cuanto el desescalamiento de la violencia?
En el evento de Tumaco oímos que ha disminuido el volumen de operaciones armadas, a pesar de algunos incidentes que han existido, no hay un nivel de violencia generalizada en el territorio. Hay quejas de algunas acciones armadas de la Segunda Marquetalia frente líderes y comunidades indígenas o consejos comunitarios, también ha habido algunos episodios de asonada de las comunidades frente a la presencia de la fuerza pública, pero en términos generales creemos que lo que hemos logrado es un mensaje en favor de una solución dialogada a esas violencias territoriales, un compromiso de las autoridades locales, un acompañamiento de la fuerza pública y una voluntad de parte nuestra de que la mesa avance positivamente.
¿Ya se creó el decreto presidencial de "suspensión de las operaciones militares ofensivas en unas zonas acordadas” pactado para el desescalamiento del conflicto?
El decreto ya está elaborado y está a consideración del presidente de la República, si él le da el visto bueno se expedirá en los próximos días. Ya ha surtido todos los trámites por las oficinas del Consejero comisionado, por el despacho del ministro de Defensa y estamos a la espera de que el presidente regrese de su viaje a Naciones Unidas para que pueda examinarlo, pueda evaluarlo y si considera que es pertinente, pues lo expida como es la expectativa que nosotros tenemos.
¿Ese decreto fue una condición de la Segunda Marquetalia para avanzar en esta segunda ronda de conversaciones que están por iniciar?
Para nada. No es una condición de la Segunda Marquetalia. Es un ofrecimiento que nosotros hicimos, no es una condición que ellos hayan puesto para la segunda ronda, porque la condición que pusieron para la segunda ronda es la suspensión de la orden de captura de fines de extradición de Iván Márquez. Ya la respuesta que ha dado el consejero comisionado, como yo, han sido claras. Estamos en disposición de estudiar el tema, eso implica una voluntad de las autoridades del Estado en su más alto nivel, porque involucra a la Fiscalía, involucra al Ministerio de Justicia, involucra a la Cancillería y a la propia Presidencia de la República, pero para eso necesitamos que haya unas señales claras de que el proceso de paz avanza en la dirección que nos interesa.
¿La mesa de conservación con la Segunda Marquetalia está coja por la ausencia de Iván Márquez?
No digamos que está coja. Ellos demandan que su máximo jefe esté cerca de la mesa, lo cual es comprensible y nosotros estamos en disposición de facilitar esa presencia, pero llama también la atención por qué ellos inicialmente no propusieron a Iván Márquez en su delegación negociadora, si es su jefe máximo. Eso ha sido un obstáculo porque entonces si tienen que consultar todo con su jefe máximo, pues quienes están en la mesa no tienen capacidad de decidir ni los más mínimos aspectos para darle operatividad a la mesa.
¿Ya se ha solicitado formalmente por parte del gobierno el levantamiento de captura de Ivan Marquez? ¿Se ha conversado con Estados Unidos sobre el tema de la extradición?
Estamos en esas conversaciones. Que yo sepa no ha habido una conversación en detalle sobre el tema, pero eso se tendrá que abordar en la medida en que avancen las conversaciones. El levantamiento de la orden de captura es una decisión que toma la Fiscalía y el Estado colombiano, pero hay un acuerdo vigente con los Estados Unidos y por supuesto esa opinión hay que tenerla en cuenta.
¿Depende de Estados Unidos la posibilidad de adelantar diálogos en de Paz en Colombia, cuando todos los grupos armados tienen a buena parte de sus jefes, algunos de ellos hoy en diálogos con el gobierno, pedidos en extradición?
Yo no lo pondría en esos términos, yo diría que el problema del narcotráfico es un problema que ha derivado, como lo ha dicho el presidente en la República, en un fenómeno de crimen transnacional que involucra a varios países y a varios estados, entonces Colombia está en el ojo del huracán con ese tema y por supuesto la extradición existente con Estados Unidos es un elemento que debe tenerse en cuenta. Yo diría que en la medida en que avancen estos procesos habría que armonizar la política de paz total, o mejor dicho, habría que armonizar esos acuerdos internacionales para que no sean un obstáculo a la materialización de la política de paz total con la condición, de que por supuesto, estos procesos lleguen a un puerto seguro. Entonces hay que tener mucho diálogo con las autoridades norteamericanas, hay que explicarles cuál es la estrategia del gobierno. Se está en esa ruta y hay diálogos que se mantienen regularmente, pero por supuesto es un tema complejo.
¿Entonces, dónde queda la soberanía del país y las facultades del presidente para lograr la paz sin depender de Estados Unidos?
De acuerdo a nuestra Constitución el presidente de la República tiene unas competencias autónomas para liderar procesos de paz y a eso nos atendemos. Lo que yo estoy señalando es que esta es una política que compromete, e involucra, a las autoridades gubernamentales al más alto nivel y en la medida en que avancen los diálogos de paz habrá que explorar caminos para que esos diálogos, si logran superar las violencias en los territorios, puedan encontrar el respaldo suficiente de la comunidad internacional y también del gobierno de Estados Unidos. En ese contexto ubicaría yo la discusión sobre el tema de la extradición, no es que el proceso de paz de Colombia dependa de lo que dice Estados Unidos, pero todos sabemos que es actor muy importante en razón al problema que trasciende nuestras fronteras del narcotráfico.
¿Qué papel van a tener las víctimas en esta segunda ronda de negociación que viene con la Segunda Marquetalia?
Deben tener un papel predominante y así está planteado en el primer ciclo. No hay posibilidad de un acuerdo de paz exitoso si no se tiene en cuenta la voz y el protagonismo de las víctimas. Tenemos que encontrar las rutas, los caminos y los instrumentos para lograrlo, pero para eso se necesita continuidad en los diálogos que es lo que no hemos podido consolidar en esta mesa y que es tal vez el principal reto que tiene: la continuidad. El carácter secuencial que entre ciclo y ciclo se desarrollen las actividades y que no nos enredemos en aspectos o adjetivos que con voluntad política pueden ser fácilmente superables. Hay que buscar la manera para que tengan un espacio de respaldo al acuerdo de seguimiento de propuestas o alternativas que ellos consideren que deben ser considerados en las mesas. Crear programas de desescalamiento de la economías ilegales en los territorios, ahí el papel de la comunidad es determinante. Necesitamos crear como, dice la ley de paz total, una fuerza civil de paz que respalde y presione a las mesas. Y eso sí es una política nacional.
¿Cómo sería la fuerza civil de paz de la que habla?
Hablo de una fuerza social desarmada que exiga que se lleven en el menor tiempo posible los acuerdos de paz para superar las violencias en los territorios. Cuando hablo de fuerza civil o comunitaria de paz hablo de experiencias como la Asamblea Constituyente de Mogotes a finales de los años 90, o la consulta popular por la paz como la que se hizo en Aguachica departamento del César o como consultas populares a nivel territorial que le den cobertura y sean a la vez un instrumento de presión para que haya pronto acuerdos en las mesas de diálogos. La garantía de que podamos avanzar en estos acuerdos, es que las comunidades se organicen y demanden acuerdos pronto. A eso me refiero.