Por: Víctor de Currea-Lugo
La Delegación de Diálogos del ELN, luego de más de cuatro largos años en Cuba, regresa al país. Llegó a ese país a petición del Estado colombiano y ahora se retira para reiniciar los diálogos. Lo triste es que Cuba quedó injustamente en la lista de países que apoyan el terrorismo por, paradójicamente, apoyar la paz.
La salida de Cuba del ELN no es más que la aplicación de los protocolos que firmó Colombia frente a la comunidad internacional que acompaña el proceso de diálogo con los elenos. Ahora, ya en Venezuela, el ELN y el Gobierno colombiano tendrán que responder algunas preguntas.
Primero, si la agenda se mantiene como tal o habrá modificaciones. Es de esperar que, así sea sin cambiar ni una coma, el tema del narcotráfico tendrá un mayor peso en el proceso, por la conciencia creciente de todas las partes sobre el papel de este negocio en el conflicto armado.
Segundo, el ELN deberá ir a consultas. Su máxima instancia entre congreso y congreso es la Dirección Nacional de la que se esperaría una reunión plena en la que Pablo Beltrán y los demás negociadores informen y entre todos fijen (ratifiquen o rectifiquen) su propuesta frente a la paz. Lo que se deduce del último comunicado es que se retoma lo que se tenía avanzado con el Gobierno de Santos.
Tercero, el Gobierno tiene que establecer una estrategia. Si por algo fallaron los diálogos anteriores es porque la dinámica era más cercana a dos monólogos que a un diálogo. Tener una estrategia que saque adelante el proceso implica, de verdad, renunciar a jugar al desgaste del contrario en la mesa e ir al grano.
Cuarto, el ELN debería entender la propuesta de “Paz Total” más como un mecanismo de confluencia que como una simple comparación entre ellos y los paramilitares. Nadie del Gobierno ha negado el carácter político del ELN, pero este debería pensar más la paz en términos de país y no solo en ellos.
Quinto, el Estado debe muy en serio asumir que esta vez sí va a cumplir lo que firme con el ELN. La tregua bilateral y otros compromisos han terminado mal, más por soberbias estatales que por desaciertos elenos, aunque esto último también lo ha habido.
Sexto, el desarrollo de diálogos en Venezuela es un signo de pragmatismo que facilita desde lo logístico hasta las consultas internas de los elenos. Por demás, se necesitaba un garante que diera confianza al ELN luego del incumplimiento de Duque a lo pactado.
Séptimo, hay deseos de que la paz avance rápido, pero las prisas a veces son malas consejeras. Después de más de cuatro años de espera, tampoco se le puede pedir al ELN que apriete el acelerador y que avance en pocas semanas lo que toma muchos meses.
Octavo, Iván Cepeda, Álvaro Leyva y Danilo Rueda conocen el ELN. Ojalá no caigan en la idea de idealizar el proceso con las FARC y traten de tomar de allí, mecánicamente, dinámicas para con los elenos. Si algo no quiere el ELN es seguir el camino recorrido por las FARC.
Noveno, quienes piensan los diálogos con los elenos en términos de derrota y rendición, o de cooptación con cuotas parlamentarias, deben de verdad conocer al ELN antes de plantear salidas desde la comodidad de los escritorios.
Décimo, la declaración conjunta del 4 de octubre reconoce los avances hechos que, yo creo, son dos: la experiencia del cese al fuego bilateral de 101 días y las audiencias realizadas en Tocancipá sobre la participación de la sociedad. Ambas experiencias deben ser evaluadas de manera crítica para extraer aprendizajes.
Decimoprimero, quienes firman el comunicado son los dos primeros comandantes del ELN, así que sin duda se recoge en ella la apuesta del ELN y no solo de la Delegación de Diálogos, lo que es una excelente señal para la paz y un mensaje de unidad.
Decimosegundo, vale notar que ninguna estructura del ELN se haya desmarcado del proceso de paz y que su Delegación de Diálogos se mantuvo firme durante cuatro años en Cuba. Eso no es poco. Hoy, podemos decir que el ELN tiene más voluntad de diálogo que la que tuvo parte del Gobierno de Santos y más unidad que la que tuvo las FARC cuando negociaron en La Habana. Fin del comunicado.